Cada 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis, una enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) padecen unos 257 millones de personas en el planeta. Esta enfermedad consiste en una inflamación del hígado, la que puede ser provocada por varias causas, desde medicamentos hasta lo más habitual que es el contacto con virus. Las hepatitis virales son varias y son catalogadas desde la letra A hasta la E.
En Chile, los tipos de hepatitis viral más comunes son la hepatitis A, B y C. La mayoría de los casos son causados por un virus. Además, el consumo excesivo de alcohol, las toxinas, algunos medicamentos y ciertas afecciones médicas también pueden provocar hepatitis. Por lo tanto, es importante tomar medidas preventivas para evitar el contagio y cuidar la salud de nuestro hígado.
Hepatitis A
La hepatitis A es una enfermedad hepática contagiosa causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Se transmite principalmente a través de alimentos o agua contaminados con heces de una persona infectada. Es una infección aguda, generalmente de corta duración, que suele mejorar sin tratamiento en unas pocas semanas. Aunque en la mayoría de los casos no causa complicaciones a largo plazo, puede ser grave en algunas personas, especialmente en adultos mayores y personas con enfermedades hepáticas preexistentes.
Hepatitis B
La hepatitis B es una infección vírica del hígado que puede dar lugar tanto a un cuadro agudo como a una enfermedad crónica. El virus se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada. Se estima que aproximadamente 2 mil millones de personas en el mundo se han infectado en algún momento de su vida por el VHB, y de éstas, alrededor de 250-290 millones persisten activamente con una infección crónica.
La hepatitis B representa un importante riesgo laboral para los profesionales sanitarios. La hepatitis B es prevenible con la vacuna actualmente disponible, que es segura y eficaz.
Hepatitis C
La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre; ese virus puede causar hepatitis, tanto aguda como crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas, y una enfermedad grave de por vida. El virus de la hepatitis C se transmite a través de la sangre, y la mayoría de las infecciones se producen por exposición a pequeñas cantidades de sangre a través del consumo de drogas inyectables, de prácticas de inyección o de atención sanitaria poco seguras y de la transfusión de sangre y productos sanguíneos sin analizar.
Se estima que hay en el mundo 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C. Un número considerable de esas desarrollarán cirrosis o cáncer de hígado. Los antivíricos pueden curar más del 95% de los casos de infección por el virus de la hepatitis C, pero el acceso al diagnóstico y el tratamiento es limitado. En la actualidad no existe ninguna vacuna contra la hepatitis C.
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